martes, 27 de enero de 2009

Yendo hacia Curitiba

Avión. Fila de tres asientos. Yo del lado del pasillo, una pareja joven en los otros dos. Apenas despegamos él se puso a completar el formulario para entregar en la aduana de Brasil. Yo ya lo había hecho mientras esperábamos el despegue porque llegué antes. Una de las preguntas que hay que responder es si se van a ingresar alimentos, frutas, animales, etc. - “¿Ingresa animales? preguntó él en voz alta y luego se respondió:... "Sí... flor de gato traigo” (ella lo mira y luego quejándose hace algún sonido gutural parecido a miau…, ja ja!). Yo tuve que contener la carcajada… Bien, comenzamos el viaje con humor… el pibe me alegró el inicio. Luego se pasaron todo el viaje enroscados y retorciéndose de tal manera que por momentos parecía que en ese bollo humano había más de dos personas. En fin… El vuelo fue bueno, tranquilo, con una única “caída” tipo montaña rusa a los pocos minutos de despegar. Fue tan sorpresiva que todos nos miramos como diciendo “¿estamos en el aire aún?” Y eso fue todo, después comenzaron a servir la comida y en ese momento todo el mundo se olvidó de cualquier cosa. Lo importante es deglutir todo lo que sirven antes de que aparezca alguna turbulencia y haya que suspender la actividad.

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