viernes, 7 de mayo de 2010

¡Qué envidia sana!


Es una frase que suelo escuchar, no es mía. Jamás la digo. La envidia nunca puede ser sana, por definición.
Pero en este caso que voy a comentar, la verdad es que me hubiera gustado estar allí y ser uno más de los primeros en ver y escuchar...


Ayer se realizó el primer concierto en el renovado Teatro Colón. Fue a sala llena, pero no para cualquiera. Fue para los empleados del teatro y para quienes han estado trabajando en las tareas de renovación y restauración del mismo.
Lo que se escuchó fue nada más y nada menos que la Novena Sinfonía de Beethoven... ¡qué envidia!

Los diarios de hoy muestran una foto de la sala, sin mucho detalle porque es tipo panorámica, pero en la que se puede apreciar que el color del interior de la misma es más claro y vivo. Consecuencia esperable de la restauración.... ¡qué envidia! ¡qué ganas de verlo!

Las primeras mediciones de la acústica parecen indicar que nada ha cambiado. Todos esperamos que así sea, ya que el Teatro Colón es considerado como el de mejor acústica en el mundo para la ópera, y uno de los mejores para conciertos. Y no lo decimos los argentinos, los expertos mundiales así lo califican.
Yo no he estado en otros teatros, pero sí en el Colón. Y les puedo asegurar que aún sentado en las butacas más altas, a una altura equivalente a un quinto piso, se escucha a quien está cantando en el escenario como si estuviera al lado. Y si una vieja tose en la platea también la escuchás.


El próximo lunes 24 de mayo se re-inaugura oficialmente con una función de gala y dos días después ya comienza la temporada de ópera, con La Boheme, de G. Puccini, ópera que nunca he escuchado.

Aún no sé cuándo podré ir a ver lo que han hecho con los 100 millones de dólares que costaron los trabajos. Ya se van a enterar por este medio.
Por el momento, vengo en desventaja... no estuve ayer en la primera función... ¡qué envidia!

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