miércoles, 9 de marzo de 2011

¿Y el número siete?

Ja jaja jajajajajajaja jujuju ju ju jaja jjaaaaaa jaajajaaaa jejejeja jajaja ja ja jaa jajaja jajaja jajjjaaaaaaaaaaaaaaaaa…. aún sigo riendo…

Fui a ver Rango, la película de animación estrenada la semana pasada. Y me divertí mucho.

Rango es un camaleón con crisis de identidad que pasa súbitamente de vivir adentro de una “pecera” de vidrio al más desolado paisaje del desierto de Mojave (este desierto está en el estado de California –EEUU- pero cerca de Las Vegas, estado de Nevada). No les voy a contar como llega al desierto, pero sí que todo el resto de la historia se desarrolla allí.

El argumento es relativamente sencillo pero no es para niños, sobre todo si son menores de 10 años, digamos. Ya sé que hoy en día estas criaturitas (los niños, no los camaleones) están bastante avivadas, pero la realidad es que el tema no es para los más chicos, algunas escenas son “fuertes”, la mayoría de los gags están basados en las palabras en lugar de la acción, y los niños terminan dando vueltas por el cine porque la película no los atrapa, con excepción de unas pocas escenas.

Aún cuando hay muchos personajes (toda clase de animales) los que siempre están y desde el principio son cuatro lechuzas mariachis que relatan y cantan durante toda la historia. Son muy tiernas y a la vez graciosas. ¡Y cómo cantan y tocan!

A propósito de las lechuzas mariachis, la música de la película es excepcionalmente buena. Desde las canciones mexicanas de las lechuzas, pasando por la música descriptiva propia del cine y creada específicamente para esta ocasión, hasta la musicalización de una cabalgata en correcaminos y batalla aérea en murciélagos con la famosísima Cabalgata de las Walkirias de Richard Wagner. Esta es una de las mejores escenas de acción, música y fotografía.

Y justamente, la fotografía es otro punto fuerte. Los dibujos son asombrosamente reales… la piel del camaleón, pelos y bigotes de toda clase de roedores, plumas de las aves, texturas, paisajes, etc. La calidad es extremadamente superior, al nivel de las más espectaculares fotografías de la National Geographic, para que tengan una referencia de lo que estoy hablando.

La versión local está doblada al español, con acento mexicano. Salvo una banda de forajidos argentinos, que trabajan para el alcalde del pueblo y que hablan como nosotros, incluyendo el “che, boludo…”. Graciosos, pero queda la sensación amarga de que así nos ven… (¡chupate esa mandarina, Kretina!… no tiene nada que ver, pero mi conciencia descansa en paz… je je).

Hay muchos gags divertidos pero uno que me hizo reír mucho es cuando Rango llega al pueblo, entra en el bar y después de algunos diálogos se hace pasar por un justiciero que mató a una famosa pandilla de siete delincuentes con una sola bala. Luego de que le piden que cuente cómo hizo eso con una sola bala, él relata como la bala mató a uno, rebotó, fue para allá, volvió para aquí, etc. etc. y fue matando directa o indirectamente a cada uno de los adversarios. Cuando termina de exagerar todo el relato y se quedan todos en silencio, uno de los roedores presentes toma la palabra y se produce el siguiente diálogo:


- ¿Y el número siete como murió? (Rango había mencionado sólo a seis).
- Murió de infección.

(Todo el cine ríe conmigo).

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