lunes, 15 de marzo de 2010

Los Kretinos y las Kretinas



"Los límites de mi lenguaje
son los límites de mi mundo"
Ludwig Wittgenstein
(Filósofo austríaco)

Dice la Real Academia Española:
El género es una propiedad de los nombres y de los pronombres que tiene carácter inherente y produce efectos en la concordancia con los determinantes, los adjetivos… y que no siempre está relacionado con el sexo biológico.
Las personas no tenemos género, tenemos sexo.

De ahí, que la expresión “violencia de  género” sea incorrecta porque la violencia la cometen las personas, no las palabras. En nuestra lengua se debe decir violencia sexual o violencia doméstica.

Tampoco se acepta la utilización redundante del masculino y del femenino: “La mayor parte de los ciudadanos y de las ciudadanas” es un circunloquio innecesario.
El criterio básico de cualquier lengua es economía y simplificación. Obtener la máxima comunicación con el menor esfuerzo posible, no diciendo con cuatro palabras lo que puede resumirse en dos.

A lo largo de los últimos años, destacados miembros de la RAE han venido rebatiendo la actual tendencia al desdoblamiento indiscriminado del sustantivo en su forma masculina y femenina.
Estas son algunas de sus opiniones:

"El empleo de circunloquios y sustituciones inadecuadas: “diputados y diputadas electos y electas” en vez de diputados electos, o llevaré “los niños y las niñas”  al colegio en vez de llevaré los niños al colegio resulta empobrecedor, artificioso y ridículo." (Arturo Pérez Reverté)

"El género común es útil, evita pérdidas de tiempo, sintetiza abarcando ambos géneros y ambos sexos: es más económico decir, cuando traducimos el Evangelio, dejad que los niños se acerquen a mí que decir “los niños y las niñas”.
Sustituir los funcionarios por “los funcionarios  y las funcionarias”, es tonto e inútil, destroza la economía del lenguaje. Es grotesco." (Francisco Rodríguez Adrados)

Así que, Kretina, a menos que quieras salir al balcón a decir que la RAE está en el "rejunte" de la oposición, dejá de hablar de esa desagradable forma y ahorranos unos cuantos minutos de discurso haciendo uso de uno de los principales recursos de cualquier idioma: la economía.

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