El monje benedictino friulano Pablo el Diácono escribió una vez allá por el siglo VIII un poema que comienza diciendo:
Para que tus siervos puedan exaltar a plenos pulmones las maravillas de tus milagros, disuelve los pecados de labios impuros, San Juan…
U originalmente, en latín:
Ut queant laxis
Resonare fibris
Mira gestorum
Famuli tuorum
Solve polluti
Labii reatum
Sancte Ioannes
Un poco más tarde, el monje Guido de Arezzo (992-1050), preocupado por crear una regla mnemotécnica para sus alumnos de canto, adoptó la sílaba inicial de cada verso para darle nombre a las notas musicales.
Veámoslo nuevamente:
Ut queant laxis
Resonare fibris
Mira gestorum
Famuli tuorum
Solve polluti
Labii reatum
Sancte Ioannes
UT cambió luego por el nombre actual DO, y el nombre de la séptima nota (que inicialmente no se usaba porque se consideraba la nota del diablo) se formó con las iniciales de las palabras San Juan.
§
Poné un colegio Maurito!
ResponderEliminar