Sábado a la tarde.
Llueve sobre Buenos Aires.
Y yo tengo muy “poquísimas” ganas de hacer nada.
En realidad tengo ganas de volver a la cama a relajarme y “drenar la memoria”. Así le llamo al proceso de liberar la presión del contenido de mi cerebro. Lo necesito después de una semana bien cargada en el trabajo: atender a visitas del extranjero, organizar y hacerme cargo de la logística de un entrenamiento, asistir al mismo, ayudar a los visitantes, seguir atendiendo mi trabajo habitual, etc.
Mirando la situación una vez que pasó, prefiero eso a estar aburrido. Pero en el medio del “baile” no pienso lo mismo.
El martes llegué tan cansado a casa que me acosté medio vestido y luego no podía levantarme ni para cenar. Y eso es bastante anormal en mí (no querer cenar).
Bueno, me voy a la cama a hacer una breve siesta.
Antes de terminar por hoy, voy pedir disculpas a los lectores frecuentes de este blog por haber dejado pasar tantos días sin escribir nada.
¡Lo único que faltaba! ¡Que tenga que disculparme por eso!
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