miércoles, 16 de septiembre de 2009

¡Sunescán... daluna buso! *

Esta semana estuve en Villa Mercedes, provincia de San Luis, donde se es una hora más joven que en el resto del país (hasta que uno vuelve a su lugar de origen, claro). Fui por trabajo y por sólo un día, aunque el ida y vuelta me tomó casi dos. Y eso que evalué las alternativas de transporte y elegí el aéreo. Varios fueron los factores que me llevaron a tomar la tan estudiada decisión: viajar en micro insume muchas horas (ya lo hice anteriormente) y si uno no quiere perder horas del día, debe hacerlo por la noche y dormir en el viaje. Ese es mi problema, no puedo dormir si no estoy a 180° con respecto al nivel del mar. Otro asunto que no es de menor importancia es el tamaño de los asientos, más precisamente su ancho. En este tipo de micros el ancho es un poco mayor que la media. Pero, ¿quién dijo que mi diámetro se acerca a la media de la humanidad? No es un ítem crítico, pero como me gusta dormir de costado y moverme bastante, los asientos de los micros no me resultan cómodos para dormir. En conclusión, mientras todos "roncan" (por todos los orificios disponibles) yo doy vueltas y cuando llego a destino estoy más cansado que si hubiera ido caminando al lado del micro. Otro factor muy importante, en realidad ya mencionado en el párrafo anterior, es la duración total del viaje. En avión son unas dos horas y media, es bastante poco comparado con el viaje por tierra. Y aunque viajar en avión implica llegar al aeropuerto con anticipación, por ser un vuelo doméstico no es tan grave este punto. El horario de llegada del vuelo a Villa Mercedes es otro factor a considerar, ya que mientras el micro llega como a las 4 am, el avión aterriza a las 8.15 hs. En fin, la suma de todo lo anterior y el agregado de mi "nivel socio-economico" (el de la empresa que me lo paga, en realidad, para ser más preciso en el comentario), hicieron que optara por el avión... ¡Mein Gott! (esto es por si algún alemán lee el blog) ¡Cuán azarosa es la vida! ¡Cuán equivocadas pueden resultar las decisiones humanas! 20 pasajeros... 2 tripulantes... 2 alas... 2 hélices (!!!!)... 2 puertas... y todo eso en 5 metros de largo. El ingreso se hacía por una puerta que, al abrirse hacia abajo dejaba al descubierto su interior que era una escalera de 4 escalones. No llegaba al piso... Cuando me tocó el turno de subir, me dije... "Uy... me parece que cuando pise el primer escalón... ¡el avión se da vuelta!" Afortunadamente no sucedió. Fue sólo una mala percepción de mi frondosa imaginación. Una vez adentro el panorama no mejoró. Casi había que entrar en cuatro patas porque el interior de la cabina no era más alto que el baúl de un Fitito. El avance también se veía complicado porque mis dos hombros iban encontrando resistencia en los asientos (imaginen el ancho del pasillo central). Y a cada lado del pasillo, una fila de asientos... como los de salita celeste de jardín de infantes pero con cinturón de seguridad ¡como si una vez adentro hubiera la más mínima posibilidad de que los pasajeros se desplazaran con algún movimiento brusco del "espacioso" bimotor! Pero ¡basta, che!... no es cuestión de quejarse por todo... Ahora tengo un par de espaciosas riñoneras para llevar toda clase de accesorios. Y las tengo incorporadas en mi cuerpo... a la altura de los riñones... gracias a las dos rodillas del que iba en el asiento de atrás. Y además ahora sé cómo se siente una sardina dentro de la lata... * "¡Es un escándalo! ¡Un abuso", palabras pronunciadas por la madre de Mafalda, la protagonista de la historieta de Quino. .

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