jueves, 10 de enero de 2013

El viaje esperado (I)

Después de casi dos años de pensarlo, imaginarlo, meditarlo y organizarlo finalmente el pasado noviembre fui a conocer dos destinos que tenía pendientes y a los cuales los tenía entre las cejas: San Francisco y Las Vegas, ambos en Estados Unidos, claro.



San Francisco es una ciudad muy linda, pero algo extraña. Tiene un centro comercial y financiero de unas cuantas manzanas donde se pueden ver los más altos y casi únicos edificios en altura de toda la ciudad. El resto es casi todo residencial, con casas de dos o tres plantas como mucho.

Está repleta de tranvías, trolebuses y colectivos eléctricos. Se puede ir a casi cualquier punto de la ciudad con alguno de esos transportes. También hay un par de líneas de subterráneos y muchos vehículos para el agua. La ciudad es casi un rectángulo, rodeada de agua en tres de sus lados.








Está construida sobre un terreno tan irregular que la pendiente de algunas calles desafía el ángulo máximo al cual se puede flexionar el pie, hacia arriba o hacia abajo, de modo de poder mantener el cuerpo en posición vertical y que el centro de gravedad no te haga rodar y provocar una avalancha humana a tu paso hacia el abismo del final de la pendiente... Y subir es terrible!! La primera noche de hotel fue el show del calambre!!!

Claro que los "franciscanos" están acostumbrados... Mientras yo recuperaba el aliento haciendo un descanso por segunda vez en la subida de una (!) cuadra, a mi lado pasaba un anciano empujando hacia arriba una silla de ruedas con una anciana arriba. Sin palabras.
Tampoco el transporte te tranquiliza. Hubo subidas en las que casi me pongo a rezar para que no fallara el motor ni los frenos antes de llegar al final de la subida.






Esta entrada continuará...

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